Casi todos hemos sentido alguna vez que no
tenemos tiempo para leer aunque sabemos que en parte no es más que una
excusa. ¿Podemos decir que no tenemos tiempo para leer cuando nos
pasamos una hora al día viendo nuestra serie favorita, cuando nos enfrascamos
en eternas conversaciones en whatsapp, cuando el domingo por la mañana no nos
levantamos hasta las doce? Pero claro, si leer supone renunciar a otros
pequeños placeres de la vida cotidiana cuesta mucho más.
El caso es que un error común (y que nos resta recursos)
es pensar que necesitamos mucho tiempo libre seguido para leer,
cuando basta con 15 minutos. Y es que avanzamos más leyendo 15 minutos todos
los días que leyendo una hora una vez a la semana. Por eso hoy queremos
darte 10 trucos para crear pequeños (o grandes) oasis de lectura
a lo largo del día. Si no sigues nuestras recomendaciones, después no te
quejes.
- Lee mientras esperas (y tanto da que sea en la parada del autobús, en la sala de espera del médico, en la cola de la charcutería, o a la entrada del cine). ¡Te sorprenderá ver cuanto tiempo ganas; eso sí, necesitas llevar un libro siempre contigo para que la ocasión no te pille desprevenido!
- Reajusta tus rutinas. Madrugar media hora más o acostarte veinte minutos más tarde no va a hacer que tu vida cambie drásticamente. Ni que te mueras de sueño, aunque tú creas que sí. Y te ayudará a crear un momento fijo para una afición que merece tanto cuidado como cualquier otra.
- Aprovecha en el gimnasio. ¿A que nunca habías pensando en leer un libro mientras pedaleas en la bici o te ejercitas en la elíptica? De repente se te pasará esa media hora volando, y si el esfuerzo te hace ver borroso, siempre puedes apostar por un audiolibro y unos cascos (lo que vale también para cuando sales a correr, para cuando vas andando al trabajo, para cuando estás limpiando la casa…)
- Usa transporte público. Es un clásico, pero tendemos a prescindir del libro si entre nuestras paradas de metro no pasan más de cinco minutos, pero recuerda que todo suma. En bus, en metro, en tren e incluso en taxi si no te mareas.
- Saca partido de las pausas. No te voy a recomendar que pases de tus compañeros a la hora del café y te pongas a leer (que la gente es más importante que los libros o eso dicen), pero sí puedes hacerlo si trabajas solo o en casa. También puedes utilizar la pausa de los anuncios mientras ves la tele, o la pausa de los partidos mientras animas a tu equipo favorito.
- Lee durante las comidas (esto solo es apto si comes solo, claro). Ya sea durante el desayuno, la comida o la cena, tenemos un estupendo tiempo para la multitarea (que comer no es tan difícil). Te digo por experiencia que comerás más lento, pero también que avanzarás un montón en tus lecturas. De la misma manera, puedes ir leyendo mientras preparas la comida.
- Lee también mientras estás con la familia (pero ellos no te están haciendo ni caso). Por ejemplo, cuando llevas a tus niños al parque a jugar, cuando tus padres están completamente absorbidos por un partido de fútbol en la tele, cuando vigilas que tu hermano pequeño haga bien los deberes, cuando tus amigos dormitan en la playa o poniendo libros que enganchan en la mesilla de tu pareja para que sea fácil negociar diez minutos más con la luz encendida.
- No trabajes tanto. Depende en qué trabajes claro, no es cosa de que parezca que no estás a lo que estás, pero hay quien puede permitirse leer cuando no entra ningún cliente en la tienda, cuando se va Internet por 15 minutos, 0 cuando tiene que esperar la decisión de otro para continuar su tarea. Y otra opción, aunque quizá poco ética, es abrir un libro en una de las pestañas de Internet y aligerar el trabajo de oficina con incursiones literarias.
- Enciérrate en el baño. Necesites usarlo o no, es un sitio donde uno siempre puede estar solo y tranquilo. Hay quien incluso es capaz de leer mientras se seca el pelo o mientras se toma un baño relajante (pero sospecho que el libro corre peligro).
- Pasa de lo prescindible. Hay cosas que es necesario hacer todos los días, pero realmente no se acaba el mundo porque no barras la cocina un día, porque pases el polvo solo una vez a la semana o porque dejes la ropa sin planchar para mañana. Si te sientes culpable solo mirando el cubo de la colada, vete a un café y relájate media hora. De la misma manera, no necesitas revisar tus emails cada quince minutos, y yendo más lejos, no necesitas acudir por compromiso a esa boda que en realidad te deja fría. La clave para leer más también es priorizar bien.
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