El burro más famoso de la literatura cumple cien años
La obra del poeta Juan Ramón Jiménez es el tercer texto más traducido a
diferentes idiomas después de la
Biblia y El Quijote
«Platero es
pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que
no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos
escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia
tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y
gualdas... Lo llamo dulcemente: “¡Platero!" y viene a mí con un trotecillo
alegre que parece que se ríe...».
Así comienza «Platero
y yo», el texto más popular del poeta onubense Juan
Ramón Jiménez (Moguer, 23 de diciembre de 1881) y una de las obras clave de la
literatura mundial: es el tercer libro más
traducido a diferentes idiomas después de la Biblia y El Quijote.
Compuesto entre 1907 y 1916, la primera versión de la recreación poética de la
vida y muerte del célebre asno vio la luz en 1914 con el título «Elegía
Andaluza», aunque la versión completa no apareció publicada hasta 1917. Por
ello, este 2014 se celebra el centenario de su publicación, efeméride que también Google homenajea con un nuevo
«doodle».
Aunque gran
parte de su lectores son y siguen siendo los niños, el texto no fue escrito
para los más pequeños. Así lo reconocía su
autor, Premio Nobel de Literatura en 1956, en un
«prologuillo» a la edición: «Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños,
porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con
determinadas excepciones que a todos se le ocurren». Quizás ahí reside la clave
de su éxito entre el público infantil y juvenil, puesto que, como decía Eugenio
D'Ors, «los niños adorarán Platero y yo porque no ha sido escrito con
premeditación para ellos».
Desencuentros con Platero
Aseguraba que ninguna de sus páginas le llevó más de diez minutos
Pese a su éxito, Juan Ramón
Jiménez no estuvo del todo contento con el célebre texto. Según los textos que
guarda la Fundación Zenobia —llamada así en honor a su
esposa, la también escritora Zenobia Camprubí Aymar—, al «andaluz universal»
le disgustó la primera edición, de 63 capítulos, por que a su juicio «estaba
descuidada». Según reconoció más adelante, ninguna de las páginas de Platero le
llevaron más de diez minutos. El poeta también renegó de las ilustraciones que
acompañaban su texto.
De acuerdo con la Fundación Zenobia ,
J.R. intentó a lo largo de su vida, cambiar Plateroen sus muchos apuntes. Así, el escritor lo
llamó Platero revivido, Platero residente, Platero (sin yo), Otra vida de
Platero, al final se decide por Primer Platero, Platero Mayor, Último Platero.
El escritor justificó los cambios para hacer más sencilla su obra, mejorar la
precisión de sus expresiones y actualizar su sistema ortográfico propio.
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