¿Hablas español o hablas castellano? Conoce cuál es tu
verdadero idioma
La Constitución
de 1978 establece el castellano como lengua oficial de España, pero ¿que
término es más recomendable utilizar?
Dentro del mapa de preguntas típicas
que un turista recibe casi instintivamente no puede faltar aquella que haga
referencia a las expresiones que el propio consultado maneja. «Do you speak
english?», «parlez-vous français?», «sprechen Sie Deutsch?», «¿habla usted
español?»,... aparecen de forma automática en cualquier mínimo contacto que
sirva para romper las barreras que el lenguaje coloca. Pero, ¡un momento!
¿Seguro que habla español? ¿O lo que
parla es castellano? ¿Existe realmente alguna diferencia entre ambos
términos? Un mar de interrogantes flotan en el aire que transporta las palabras
del idioma de Cervantes. ¿Se lo han planteado alguna vez?
Fernando Carratalá, catedrático de
Lengua y Literatura en el centro
Universitario Villanueva y en la Universidad para
Mayores, explica la importancia de la historia en el embrión de esta cuestión,
«la lenta reconquista de los territorios ocupados por los musulmanes originó la
fragmentación de la unidad latino-vulgar mantenida por el reino hispano-godo y
el surgimiento de cinco dialectos románicos diferentes, que fueron, de oeste a
este, el gallego, el leonés, el castellano, el navarro-aragonés y el catalán.
De estos cinco dialectos, el leonés y el aragonés no llegaron a constituirse en
lenguas y quedaron relegados a reducidos dominios geográficos ante la expansión
de la Reconquista
castellana». Por su parte, en los territorios meridionales en los que se
implantó el castellano, así como en las islas Canarias, surgieron cuatro
variedades dialectales: andaluz, extremeño, murciano y canario.
El castellano se expande de forma masiva durante el reinado de los Reyes Católicos
En el reinado de los Reyes
Católicos la lengua castellana se convierte en el vehículo de comunicación de
todos los territorios de España, «en razón de su mayor prestigio, se adopta
como lengua literaria. Los escritores catalanes y gallegos abandonarán sus
lenguas vernáculas, relegadas al ámbito regional y familiar hasta que, a
mediados del siglo XIX, renace su cultivo literario», señala Carratalá,
colocando un importante paréntesis en la fecha que se produce el descubrimiento
de América, «en 1942 quedan abiertas las puertas a la colonización de este
continente y, con ella, a la expansión del castellano por un dilatado ámbito
geográfico. Y también, en ese mismo año, Elio Antonio de Nebrija publica
una Gramática de la lengua castellana, cuyo importante influjo dignificó el
castellano hasta el extremo de equipararlo con el latín; y, por otra parte,
facilitó el que los pueblos que se fueron incorporando a la monarquía española
lo aprendieran».
La importancia de la lengua de Castilla
queda refrendada durante la época de Carlos I, cuando en 1536 y tras
pronunciar un discurso en Roma ante el papa Paulo III, su corte y los
embajadores extranjeros, el monarca replicará al obispo de Mâcon, representante
de Francia, quien se quejaba de no comprender bien el mensaje: «Señor obispo,
entiéndame si quiere, y no espere de mí otras palabras que de mi lengua
española, la cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de toda la
gente cristiana». El catedrático recuerda este hecho y señala que «el papel
dominante que desempeña España en la
Europa del siglo XVI acrecienta el prestigio de nuestro
idioma». Ya en el año 1713 se funda la Real Academia Española
de la Lengua, organismo que nace para combatir «los errores con que
se halla viciado el idioma español, con la introducción de muchas voces
bárbaras e impropias para el uso de la gente discreta».
Sinónimos e igual de válidos
Ahora bien, puesto en conocimiento del
lector la conformación y el influjo cultural e histórico de nuestra lengua, la
duda sigue estando en el aire: ¿español o castellano? He ahí la cuestión. Fernando
Plans, profesor de español por la Université de Rennes 2 y autor del Blog de
Filología Clásica, aclara que actualmente ambos vocablos son
sinónimos e igual de válidos, «las dudas nacen y sobreviven por una cuestión
meramente histórica». Por su parte, Carratalá argumenta que desde que el
castellano obtiene la consideración de 'idioma nacional', empieza a denominarse
lengua española al castellano extendido por todo el territorio hispánico, pero
subraya que aún cuando su base sea la antigua lengua de Castilla, si se ha
convertido en una coiné ha sido por la continua contribución de hablantes y
escritores de todos los rincones de España y de Hispanoamérica.
Carratalá
expresa que la RAE
empieza en 1923 a
hablar de 'lengua española' para titular tanto su Gramática como su
Ortografía y su Diccionario, a pesar que desde su fundación había utilizado el
castellano como denominación. «Entendemos que un cierto sentimiento de rechazo
hacia la dependencia de la 'antigua metrópoli' ha llevado a algunos
hispanoamericanos a preferir referirse a nuestra lengua común con el término
castellano, en lugar de español, en lo cual subyace una intencionalidad
política y no una cuestión simplemente lingüística».
No
obstante, uno de los puntos más controvertidos guarda relación con el hecho de
que la Constitución
Española establezca el castellano como lengua oficial de España,
obviando cualquier otra designación. «Es una mera diferencia forma e incluso
política, de respeto entre las lenguas de España. Decir en la Constitución que el
idioma oficial es el español supondría que las otras lenguas no lo serían. Se
guarda el vocablo original del dialecto del latín, el castellano, y se
respeta a las otras lenguas y dialectos», razona Plans.
En la
misma línea se mueve Carratalá al analizar las razones, «es evidente que los
legisladores, habida cuenta de que en España hay comunidades y regiones que
cuentan con idiomas vernáculos, optaron por una redacción en la que el vocablo
castellano alude a un idioma que trasciende los límites de Castilla, y
que es el fruto histórico del esfuerzo colectivo de españoles -sean o no
castellanos- e hispanoamericanos; lo que, por otra parte, y en términos de
'corrección política', no implica discriminación alguna para otras lengua
habladas en la Península
y que obviamente son también españolas».
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