Mateo Alemán
Mateo Alemán y de Enero (Sevilla, septiembre de 1547 – México,
1614)
fue un escritor español
del Siglo de Oro conocido fundamentalmente por
la novela picaresca Guzmán de Alfarache, publicada en dos
partes, en 1599 y 1604, que estableció y consolidó los rasgos característicos
de dicho género.
Bibliografía
Fue bautizado en la iglesia colegial del Divino Salvador el
28 de septiembre de 1547, como hijo de Hernando Alemán, del que se discute su origen converso (entre sus antepasados pudo haber un
judaizante que murió en la hoguera) y médico-cirujano de la Cárcel Real de Sevilla desde 1557, y su
segunda esposa, Juana de Enero, hija de un comerciante de ascendencia
florentina. Nació, pues, el mismo año que Miguel de Cervantes, pero su concepción de la
vida es misantrópica y mucho más pesimista que la de éste:
Todos
vivimos en asechanza los unos de los otros, como el gato para el ratón y la
araña para la culebra
Se cree que empezó a estudiar Humanidades en el
estudio de Juan de Mal Lara; en todo caso, se graduó de
bachiller en Artes y Teología (1564) en la universidad llamada Maese Rodrigo.
Después estudió Medicina en la Universidad de Salamanca y en
la Universidad de Alcalá de Henares,
pero al morir su padre en 1567 quizá abandonó los estudios, puesto que no
figura en los libros como licenciado.
En otoño de 1568 ya está en Sevilla, y él y su madre
reciben un préstamo del capitán Alonso Hernández de Ayala, a condición de que
Mateo se casase con doña Catalina de Espinosa si no devolvía el dinero en el
plazo establecido; aunque Alemán intentó aplazar el compromiso, tuvo que
casarse con doña Catalina, a riesgo de ser encarcelado; el matrimonio
terminaría años después en separación.
Ejerció como recaudador del subsidio de Sevilla y su
arzobispado; en Madrid, le nombraron contador de Resultas en
la Contaduría Mayor de Hacienda. Desde 1573 residió en Sevilla, donde
tenía diversos negocios según los documentos; en uno vende una esclava morisca,
en otro, compra una capilla para la cofradía de los Nazarenos,
de la que era hermano. Para esta corporación redacta unos estatutos en 1578. Le encarcelaron por
deudas en 1580 y pasó en la cárcel de Sevilla dos años y medio, donde aprovechó
para asimilar las costumbres de la vida criminal que luego aparecerán en su
famosa novela Guzmán de Alfarache y que ya debía de conocer a
causa de la profesión del padre.
Aunque hizo información para pasar a las Indias, no
llegó a hacerlo en aquel momento. En 1586 se hallaba en Madrid. En 1593 viajó
a Almadén
como juez visitador para inspeccionar las famosas minas de mercurio arrendadas por el monarca a los
banqueros alemanes Fugger o Fúcares. Se conserva la relación que escribió
con tal motivo, para la cual tuvo que interrogar a varios reos forzados a
trabajar allí, que debieron de inspirarle algunos personajes y pasajes de su
obra. En su encuesta a los penados se describen algunos hechos como el que
sigue: en su declaración, Fray Juan de Pedraza habla, contestando a la pregunta
de Mateo Alemán, sobre los tratos que daba a los forzados Miguel Brete:
en el tiempo
que fue veedor andaba con un bastón hacía entrar a los forzados en el horno,
estando abrasando, a sacar las ollas y que del dicho horno salían quemados y se
les pegaban los pellejos de las manos a las ollas y las suelas de los zapatos
se quedaban en el dicho horno y las orejas se les arrugaban hacia arriba del
dicho fuego y que de la dicha ocasión habían muerto veinticuatro o veinticinco
forzados... Entre los cuales han muerto en la dicha ocasión se acuerda este
testigo de un esclavo de los Fúcares que
se llamaba Francisco el Morisco y otro esclavo de un vecino de Toledo que se
llamaba Juan Bautista y el amo Francisco de Tapia, que era forzado, y el dicho
esclavo servía en su lugar... y vio este testigo que morían sin juicio y
haciendo bascas como hombres rabiosos... y otros fueron rabiando que era
menester atarlos de pies y manos y aun las cabezas y sabe que algunos de ellos
murieron sin confesión ni sacramentos [...]
Una vez de vuelta a la Corte empezó a elaborar
traducciones de arias odas de Horacio y
redactó un prólogo para los Proverbios morales de Alonso de
Barros, impresos en Madrid en 1598. También escribió la Primera
parte de Guzmán de Alfarache, terminada a fines de 1597 y editada en 1599.
Esta obra, una novela picaresca, estableció el canon del
género a imitación del Lazarillo de Tormes y alcanzó un éxito
formidable en España y Europa.
En 1601 volvió a Sevilla comido de deudas, por las que
fue encarcelado otra vez en 1602 hasta que lo sacó su pariente Juan Bautista
del Rosso. Este mismo año se publicó en Valencia una segunda parte apócrifa
del Guzmán de Alfarache, escrita por Mateo Luxán de Sayavedra
(seudónimo del abogado valenciano Juan Martí), y ambas partes se publicarían
en Milán en
1603, atribuidas a Mateo Alemán. Una tercera parte debida al portugués Machado de Silva aparecerá
mucho después de la muerte de ambos hacia 1650.
Óleo sobre
lienzo pintado en el siglo XIX, obra de Manuel Cabral y Aguado Bejarano,
inspirado en un grabado aparecido en su obra San Antonio de Padua,
de 1605. Se encuentra en la Galería de Sevillanos Ilustres de la Universidad de Sevilla.
Alemán, enfadado y espoleado por esa segunda parte, se
propuso acabar definitivamente su segunda parte; en 1604 publicó en Sevilla la
primera edición de su Vida de san Antonio de Padua y en
Lisboa, la auténtica Segunda parte del Guzmán de Alfarache, también
en ese mismo año. El éxito europeo de su obra fue formidable: casi de inmediato
salía una traducción italiana de las prensas venecianas de Barezzi (1606); en
alemán se publicó en Múnich en 1615; G. Chappuys, tradujo al francés la
primera parte, imprimiéndola en París en
1600; J. Chapelain tradujo las dos partes de la novela al francés y las publicó
en París en 1620; dos años después se estampaba en Londres la
versión inglesa de James Mabbe que, en un prólogo
extraordinario, dice del pícaro Guzmán que era «semejante al navío que anda
dando bordes en la ribera, y nunca acaba de tomar puerto». En 1623, en Colonia, se publicó la primera de las dos
traducciones al latín que se hicieron del Guzmán en
el siglo XVII.
En 1608 obtuvo licencia para pasar a México,
ciudad a donde llegó ya viejo y cansado, y entró a servir al arzobispo fray García Guerra.
En 1609 publicó una Ortografía castellana, que defendía la
tendencia fonetista frente a la etimologista. En 1613 escribió Sucesos
de don fray García Guerra, arzobispo de México, a cuyo cargo estuvo el gobierno
de Nueva España, obra que incluye una "Oración fúnebre" en
memoria del prelado. En 1615 residía en la localidad mexicana de Chalco. No se tienen más datos de él y debió
morir poco después.
Obra
La obra maestra por la que se le recuerda es
fundamentalmente el Guzmán de Alfarache, novela
picaresca conocida como El pícaro por
antonomasia, en la lengua de la época y publicada en dos partes: la primera en
Madrid en 1599 y una segunda en Lisboa en 1604 con el subtítulo de Atalaya
de la vida humana. La narración es autobiográfica como en el Lazarillo de Tormes, aunque el personaje
posee una doble dimensión, como pícaro y como pecador arrepentido, que
corresponden a las dos fases sucesivas de su vida.
La novela se convirtió en el primer best seller de
la historia, siendo traducida al inglés, al italiano, al latín, al alemán y al
francés. Influyó en la literatura de toda Europa.
Si bien se suele citar a El Quijote como
la primera novela moderna, otros opinan que ese mérito corresponde a Guzmán de
Alfarache y que esta novela influyó enormemente en Cervantes.
El relato principal, narrado en un primoroso estilo,
se halla cuajado de digresiones didáctico-moralizantes y ejemplos eruditos
antiguos y modernos, sacros o profanos; dominan sin embargo Séneca, el
Evangelio, el refranero popular y los lugares comunes de la predicación de la
época. También se introducen novelas cortas como la novela
morisca Ozmín y Daraja, y otras de inspiración más bien
italiana como la de Dorido y Clorinia o la historia de Bonifacio
y Dorotea, quizá con la función de reposar la acción principal.
El Guzmán consolidó la fórmula de la
novela picaresca en España y Europa, pues fue muy traducida, a veces incluso
expurgada de las digresiones de tono moral que trufaban la narración, lo que
impedía el propósito moral que el autor se había propuesto; éste había prometido
una tercera parte que no llegó nunca a publicar.
La principal característica de la filosofía de la vida
emanada del Guzmán de Alfarache es un misantrópico pesimismo:
la vida del hombre es una milicia en la tierra contra un mundo hostil que se
mueve por la violencia; el protagonista intenta una y otra vez reformarse pero
siempre vuelve a caer en el vicio, a la manera de Sísifo.
Tan negra visión se suele atribuir a la atribulada vida del autor, o a su
condición de descendiente de judíos conversos; en todo caso, las restantes
obras del autor atestiguan que se trata de un moralista cristiano imbuido de la
convicción de la absoluta igualdad de todos los hombres, y de la valoración de
la virtud propia y de la dignidad por encima de los grupos y las castas.
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