La disposición emocional correcta y una buena
preparación harán de la lectura en voz alta una maravillosa experiencia que
tanto a los niños como a nosotros nos va a enriquecer enormemente. Veremos
ahora algunos aspectos prácticos sobre cómo leer en voz alta a los
niños.
Entusiasmo en la tarea
Cuando vayamos a leerle un cuento a un
niño es conveniente que estemos familiarizados, previamente, con la
historia y, por supuesto, que nos haya gustado lo que hemos leído.
Por un lado, nos evitaremos disgustos por haber
elegido un libro poco adecuado para los gustos o la maduración de nuestro hijo
y, por otro, podemos realizar mejor la tarea de la lectura en voz alta. Es
imprescindible que nos entusiasme lo que vamos a leerles.
Al comenzar la lectura debemos pararnos a
estudiarnos y ser conscientes de nuestra postura corporal,
nuestra mirada y expresión, nuestro contacto visual con el niño y la forma en
la que tenemos el cuerpo dirigido hacia él, de forma que transmitamos cercanía,
presencia abierta a él y una sensación de relajación.
Y, cuando empecemos a leer debemos escucharnos
y hacernos también concientes del ritmo,el tono y la cadencia de nuestras
palabras. Vamos a hacer algo importante y merece la pena hacerlo bien.
No existe una única manera de leer bien un
cuento, cada persona lo hará de forma diferente, pero si hay pautas generales
que todos debemos seguir: expresividad, buena dicción y emoción.
Leyendo en voz alta
Nuestra voz es música en los oídos de nuestros
hijos cuando les leemos en voz alta un cuento. La voz y las
pausas y el énfasis que pongamos formarán una melodía que, especialmente con
los más pequeños, se identificará indisolublemente con el cuento, tanto que es
conveniente seguir las mismas pautas melódicas en cada relectura.
Si remarcamos la línea melódica de la lectura el
niño recordará mejor las propias palabras y la historia, incluso, disfrutar de
esos mismos tonos y ritmos formará parte del placer cuando volvamos a leérselo.
En realidad leer un cuento en voz alta es una
representación artística y tanto la voz como la expresión corporal forman parte
del espectáculo. Cuidándo estos aspectos podemos conseguir que la historia
resulte mucho más entretenida que si leemos de forma lineal o inexpresiva.
La mirada
Un cuento se lee con la mirada
tanto como con los ojos y debemos aprovechar las pausas para mantener el
contacto visual con el niño, transmitiéndole lo mucho que disfrutamos con la
actividad.
Pero también debemos usar los ojos como la parte
más expresiva de nuestro cuerpo y de nuestro rostro. Con la mirada vamos a
transmitir las emociones que forman parte de la historia: sorpesa, miedo,
alegría, duda, aventura…
La voz
Por supuesto tenemos que usar la voz
para transmitir las emociones y situaciones del libro, pero tampoco es
necesario caer en el histrionismo. Hay que marcar cada aspecto de la historia y
modularla con las emociones, haciendo la lectura más atractiva.
Un consejo certero, no usar la voz con un tono
excesivamente infantilizado ni paternalista. El niño nos escucha y nosotros
sabemos leer, pero no es tonto, es nuestro público.
Con la voz también narramos.
Cuando el ambiente es silencioso, como cuando los niños pasean por un bosque,
susurraremos. Cuando se acerca un peligro, usaremos un tono rotundo y cuando
los protagonistas se enfrentan a la incertidumbre, también marcaremos
pausadamente el sentido de la frase. No es necesario ser un gran actor,
simplemente dejar que el autor nos vaya guiando con el propio argumento y el
texto.
Cada personaje merece una voz propia,
pero tampoco de manera ridícula. Un ogro, un duende, un hada buena, la
madrastra malvada, la niña alegre, el valiente sastrecillo… cada uno tendrá un
tono diferente y, de ese modo, la narración se convierte en teatro y el niño la
disfrutará muchísimo, aprendiendo a identificar a cada personaje perfectamente.
Tengo que deciros que este tema, a medida que
profundizo, me parece cada vez más interesante. No he acabado, mañana
hablaremos de aspectos generales de la lectura en voz alta y de lo que va a
aportarle a nuestros hijos que nos acostumbremos a leerles en voz alta.
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