viernes, 29 de mayo de 2015

Maneras de fomentar el autoconocimiento infantil

4 maneras de fomentar el autoconocimiento infantil

“De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a sí mismo” 
William Shakespeare

Ayudar a nuestros niños a reconocerse en sí mismos, a comprender sus emociones y a valorar sus actitudes es la clave para conseguir un buen estado de salud emocional durante toda su vida.
El autoconocimiento es la llave que abre la puerta de la plenitud emocional. De hecho, una vez que adquirimos esta habilidad, podemos estar seguros de que vamos a tener siempre una estrategia de regulación emocional a nuestro servicio.
Por eso, es de gran importancia cultivar estos aspectos en nuestros niños para que crezcan sanos y felices. A continuación os ofrecemos 4 enseñanzas que nos ayudarán a fomentar el autoconocimiento en los niños:

1-Una persona no es lo que los demás piensen de ella

Creer que somos lo que opinan de nosotros en un error muy común tanto en el pensamiento infantil como, por supuesto, en el adulto. De hecho, a ciertas edades, los niños tienden a poner etiquetas a casi todo, incluso a las personas.
En un principio, estas clasificaciones pueden suponer en un ahorro importante para relacionarnos con el mundo. Sin embargo, hacen mella en el reconocimiento de nuestra identidad y nos acabamos creyendo que básicamente somos el alto, el gordo, el guapo o el inteligente.
Esto, por supuesto, no define a una persona pero sí que acaba determinando sus comportamientos y sus pensamientos si está, durante un largo tiempo, sometido a las etiquetas y a las expectativas externas.
El niño tiene que entender que, al igual que él dispone un mundo interno muy diverso, los demás también lo poseen.
Si el niño comprende que su compañero de clase no es solamente “el que mejor juega a fútbol” sino que también piensa, sienta, ríe y llora, entonces tendremos la mitad del camino hecho para que comprenda que todos somos mundos independientes.

2-No hay que dejar que nuestras emociones nos gobiernen

“Conocer a bien a los otros es inteligente, conocerse bien a sí mismo, es sabiduría” 
Einstein
El niño debe de comprender que antes de que una emoción se manifieste con fuerza (por ejemplo, el enfado), nos ha dado un montón de avisos y se ha mostrado, sutilmente, a muchos niveles.
Podemos usar la metáfora de la receta. Ésta consiste en que el niño reflexione sobre el sabor de sus emociones y, poco a poco, reconozca cada uno de los ingredientes. Podemos empezar el juego por delante o por detrás, es decir, con el plato cocinado o sin cocinar y, así, desgranar cada ingrediente o matiz que compone el sabor de la emoción.

3-Los propósitos no nos definen, nuestras actitudes sí

Es bastante común que les realicemos la maravillosa pregunta: “¿qué quieres ser de mayor?”. Entonces ellos nos contestan: médico, enfermera, peluquera, carpintero… Luego, como mucho, les preguntamos que por qué quieren serlo y se acabó.
Al fin y al cabo el “querer ser de mayor…” es un juego de niños; pero.., ¿eso les define? Por supuesto que no. Esto es solo un ejemplo, pero los infantes tienen que vivenciar que no somos lo que logramos ni lo que queremos lograr, sino que estamos gestionando de forma constante nuestra identidad.
Por eso, los niños tienen que entender que su búsqueda y su actitud será lo que conforme su futuro, no sus expectativas o sus anhelos. Hay que dejarles explorar mentalmente sus posibilidades y el camino que tienen que recorrer, fomentando siempre una actitud proactiva e independiente hacia su futuro. Esto les ayudará a no frenarse a sí mismos.

4- Es importante reservarse un espacio propio e íntimo cada día

“Ver es algo más que mirar. Ver consiste en advertir los detalles.
Para ver bien una flor se ha de mirar con lupa, por dentro.”
Alain (filósofo y ensayista francés)
El reconocimiento de su estado anímico y de sus pensamientos hará que desarrolle sus competencias socioemocionales de la manera adecuada.
No obstante, hacer que nuestros niños alcancen este grado de desarrollo emocional requiere que invirtamos tiempo y esfuerzo. Lo primero que tenemos que hacer es evitar que se contaminen por las prisas y las malas costumbres que mantiene la sociedad adulta actual.
Hay que facilitar y favorecer que el niño adquiera el hábito diario de reflexionar sobre lo que ha hecho, cómo se ha sentido, qué cosas son las que le gustan y cómo pueden conseguirlas.
Simplemente se trata de invitarle a que inicie el juego de pensar sobre su día, sobre sus apetencias y sobre sus disgustos. Una manera ideal de hacerlo es estableciendo un símil entre su mente y una máquina de pensar, haciendo así que entienda la importancia de conectarse con su interior.



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