viernes, 6 de marzo de 2015

Club de lectura

Ideas para crear un club de lectura

Una estupenda manera de incitar a la lectura y promover el amor por los libros entre niños y jóvenes es formar un club o taller de lectura en el centro escolar.

De esta forma entran en contacto con la literatura de una forma más distendida, conocen autores y géneros nuevos en profundidad, desarrollan un espíritu crítico, además de cultivar la imaginación, socializar, hablar en público, perfeccionar la expresión oral y escrita, ampliar vocabulario…

Como vemos, los beneficios de una actividad de este tipo son numerosos y no resulta tan complicado ponerse manos a la obra.

A continuación encontrarás varias ideas útiles para montar un club de lectura.

Qué es un club de lectura

Es una reunión en la que los asistentes han leído previamente, de manera individual, el mismo libro o parte de él, y su puesta en común en grupo un día determinado.

En las reuniones se charla sobre el argumento, el estilo del autor, los personajes, su relación con otras obras, etc., aunque especialmente se comparten la opinión y las dudas de cada lector, además de las experiencias personales de cada cual. Así, los distintos puntos de vista de cada uno enriquecen las impresiones que han tenido durante la lectura en privado.

En el caso de un club de lectura infantil, a partir de 6 o 7 años de edad en adelante, la dinámica puede variar ligeramente para adaptarla y entretener al público más joven mediante juegos, dibujos, proyecciones de vídeo, audio, etc.

Qué se necesita para montar un club de lectura

Para empezar, un lugar en el que reunirse. Un aula multiusos, la biblioteca escolar, una librería… El sitio debe contar con sillas y una mesa en torno a la que sentarse (si es redonda u ovalada mucho mejor para facilitar la comunicación entre todos; otra opción es colocar las sillas en círculo), como mobiliario imprescindible.

Lo siguiente que necesitaremos serán los lotes de libros. Pueden conseguirse a través del préstamo de bibliotecas, intercambio con otros clubes de lectura o, en último término, mediante la compra de un ejemplar para cada miembro.

Por último, es necesaria la presencia de un coordinador responsable y, obviamente, los participantes.

Cuántas personas por grupo

Un club dirigido a niños y jóvenes necesita un cuidado más personalizado que uno para adultos. Una buena cifra de integrantes del grupo rondaría entre 6 y 15. Los más pequeños se aburren con mayor facilidad, por lo que un número muy reducido sería tan contraproducente como un grupo demasiado amplio. No obstante, se puede llegar hasta 20, aunque es aconsejable no superar dicha cantidad por la dificultad de moderar el coloquio o conseguir los libros.

Cuándo y cada cuánto

Al ser una actividad complementaria, el club de lectura funcionará con toda probabilidad fuera del horario lectivo. Lo ideal sería reunirse una vez por semana aunque existen clubes que lo hacen quincenalmente e incluso mensualmente. Todo depende del tipo de textos que se escojan o de lo que decidan los organizadores y participantes en consenso. La duración de cada sesión puede oscilar entre una hora u hora y media.

El coordinador del club

Todo club de lectura necesita una persona encargada de organizar la actividad, planificar el programa, tener a mano el material necesario, informar a los miembros del grupo de los cambios que surjan, acondicionar el lugar de reunión, preparar la información sobre los autores y títulos entre los que se vayan a escoger, controlar el préstamo y devolución de libros, moderar las sesiones, estimular la intervención de los miembros del club, organizar actividades complementarias…

Hay clubes donde esta figura va rotando entre varias personas (personal docente, padre o madre, bibliotecario, etc.). Es preferible que quien vaya a coordinar sea un buen lector, alguien con iniciativa y buena mano a la hora de motivar, orientar la conversación, así como dar premisas e ideas.

Cómo se desarrollan las sesiones

El primer día se dedicará a que los miembros del grupo se conozcan, pongan en común sus gustos y expectativas con respecto a la actividad. Es también el momento adecuado para que el coordinador explique en qué va a consistir la experiencia. Se escogerá una lectura para empezar y se marcará la próxima cita. Según sea la extensión del libro elegido, se decidirá si para entonces el libro debe leerse entero o bien seleccionar un número de páginas determinado para comentar.

Lo ideal de un club de lectura es mezclar aprendizaje con entretenimiento, debate y socialización. Es aconsejable empezar presentando al autor y la obra antes de profundizar en esta, por ello se debe invitar a los participantes a buscar información previa sobre ambos. También se puede comenzar aludiendo a alguna crítica o reseña o con una entrevista al autor. A continuación, algunos ejemplos de temas a tratar podrían ser:
  • El género al que pertenece la obra.
  • La época en la que se desarrolla la acción.
  • El estilo y la estructura de la obra.
  • El narrador y punto de vista.
  • El espacio donde tiene lugar.
  • Las características y reacciones de los personajes.
  • Comparar las situaciones del libro con otras obras leídas anteriormente o con experiencias personales.
  • Los giros de la trama.
  • La dificultad o simplicidad de la obra.
  • El tiempo narrativo.
  • La credibilidad de la obra.

Actividades complementarias

Para no caer en la rutina y el aburrimiento, hay otras opciones para amenizar un club de lectura:
  • Anotar en un cuaderno un pasaje favorito para leerlo en voz alta y compartirlo con los demás.
  • Ver una película o documental relacionado con el título que se ha leído o su autor.
  • Acudir a una representación teatral o a un espectáculo de títeres.
  • Organizar un encuentro con un escritor o ilustrador.
  • Trazar un itinerario literario de una ciudad o comarca siguiendo los pasos de una obra.
  • Realizar una excursión a dichos lugares.
  • Visitar un museo.
  • Organizar un concurso de relatos o dibujos inspirados en la lectura entre los miembros del club.
  • Unir música y literatura.
  • Acudir a la presentación de un libro, a una feria, a una conferencia...
 

Cómo elegir los títulos

Depende de la edad de los participantes en el club. Cuentos, adivinanzas, y obras sencillas para los más pequeños; obras de literatura juvenil, poesía, etc., siempre cuidando la calidad y el gusto de los participantes.

Además, no hay que olvidar fechas especiales como efemérides de autores, festivos especiales (Día del Padre o de la Madre, Día Mundial de la Tierra, Halloween, San Valentín, Navidad, etc.), premios literarios, aniversarios de obras... También se pueden programar las lecturas de un mes o de un trimestre por temáticas o géneros (clásicos, misterio, realismo, ciencia-ficción, terror, romántica, etc.).

jueves, 5 de marzo de 2015

Como leer un libro digital


5 escritoras españolas olvidadas de hace 100 años

5 escritoras españolas olvidadas de hace 100 años que podrías recuperar

Las escritoras españolas de principios del siglo XX han sido muy olvidadas en la lista de lecturas que todos solemos realizar o recomendar, aunque muchas de ellas merecen mucho más que quedarse para guardar polvo en el fondo de las bibliotecas, aunque solo sea por lo complicado que era en su momento ser escritora (y más aún vivir más o menos de ello).
Le preguntamos a Isabel Lizarraga, la autora de Cándida, una novela que recupera los comienzos del feminismo en España, a quién de las mujeres pioneras de aquel período le gustaría que se recuperase a día de hoy. “Hoy ya son bastante conocidas María Lejárraga, Clara Campoamor o Carmen de Burgos, pero a mí me gustaría que se conociera más a María de Lluria, a la marquesa del Ter o a Celsia Regis”, nos dice por mail. María de Lluria fue una de las primeras feministas de España (la marquesa roja, se la llamaba), como la marquesa de Ter. En realidad se llamaba Lilly Rose Schenrich, tenía orígenes extranjeros y estaba casada con un aristócrata español que había sido diplomático y fue una de las fundadoras de una de las primeras organizaciones feministas de España.
Pero como lo nuestro es leer, aquí van algunas escritoras españolas olvidadas de hace 100 años que podrías recuperar (y hasta que las editoriales no se lancen a la reedición, siempre te quedará la biblioteca para ello). No están todas (aunque algunas, como Carmen de Burgos, que fue la primera autora en aparecer en la lista de libros prohibidos creada en 1939 tras las Guerra Civil bien podrían), pero siempre podremos hacer otra lista o añadir más en los comentarios.
- Sofía Casanova. Casanova tiene una vida más novelesca que sus obras (en algunas de sus obras de ficción se pueden encontrar ecos de su vida real, así que siempre se puede decir que la verdad supera a la ficción) y una interesante carrera como escritora. A Carmen de Burgos, Colombine, se la considera la primera corresponsal de guerra de la historia de España, puesto que estuvo cubriendo desde Melilla la guerra de Marruecos en 1909, pero Sofía Casanova fue la primera que dedicó tanto tiempo a la tarea. Cubrió primero la I Guerra Mundial y luego la Revolución Rusa para el periódico ABC.
Sofía Casanova era la hija primogénita de un matrimonio gallego. Su padre abandonó a la familia cuando ella y sus dos hermanos eran pequeños y su madre tuvo que trabajar duro para asegurarles la subsistencia (se dedicaba, entre otras cosas, a vender huevos ¡a Inglaterra! desde A Coruña). Aunque estaba bien conectada (la familia era más o menos aristocrática) no tenían fortuna. Sofía fue presentada en Madrid y entró en contacto con la corte, como nos cuenta Rosario Martínez en la biografía más completa que se ha escrito sobre la escritora, y allí conoció a un intelectual polaco, que además (eso Sofía no lo sabía) tenía cierta vocación de iluminado (pensaba que teniendo un hijo varón sería el padre del salvador de Polonia, que entonces era un lugar repartido entre tres países: él y Sofía solo tuvieron hijas). El matrimonio fue muy infeliz y la culta Sofía empezó a escribir.
Primero fueron novelas, luego periodismo. Su nombre era muy popular en los años 20 y publicaba – bastante – en las colecciones de novela corta que estaban de moda entonces. Hoy en día está muy olvidada (y la política tiene quizás un poco de culpa), aunque aún se pueden encontrar sus crónicas de la Revolución Rusa.
- Concha Espina. Si vivís en Madrid, Concha Espina será para vosotros una parada de metro. No, no lo neguéis. Pero detrás de ese nombre está una escritora. También tuvo que hacerse bastante a si misma y también fue increíblemente popular en su momento. Sus novelas no son tan emocionantes para el lector actual como pueden ser las de otras escritoras de la época (si leéis La virgen prudente, sobre una universitaria en la España de los años 20, quizás os sintáis un tanto indignados con lo que la escritora hace hacer o vivir a su protagonista) pero Espina debe estar en esta lista.
Era una de las autoras más populares de la época y muy, pero que muy leída. Tanto es así que un pueblo de Cantabria, que había usado en sus novelas como escenario bajo el nombre falso de Luzmela, acabaría cambiándose oficialmente de nombre para ser llamado como en el mundo literario de Espina.
- Magda Donato.  Ya hemos hablando con anterioridad de Magda Donato y ya hemos dado razones por las que se debería recuperar a la escritora, pero nunca está de más recordarlas. La escritora, que ha sido ligeramente oscurecida por la historia por el peso de su hermana Margarita Nelken (una de las primeras diputadas de la historia de España), fue una brillante periodista. Renacimiento ha reeditado hace poco sus reportajes vividos, que son fascinantes (se infiltraba en aquellos lugares sobre los que quería hablar y así, durante los años 30, fue loca en un manicomio, pobre de solemnidad en un comedor social, secretaria de un adivino o presa en una cárcel) y tremendamente modernos.
No es la única obra de Magda Donato que podéis encontrar en una librería. No hace mucho se han reeditado los artículos que durante 1930 publicó sobre la situación de la mujer en España, . Se recorrió la geografía española descubriendo cómo vivían las mujeres. Donato también escribía literatura infantil (mega popular en su momento) y ficción para adultos. Una de sus novelas cortas, La carabina, fue incluida en la antología de novela corta de escritoras españolas de principios de siglo que publicó Castalia en 1989 (y que es difícil de encontrar hoy en día: yo prácticamente lloré de alegría cuando tropecé con ella en Amazon). Es un texto lleno de ironía y una lectura que no ha envejecido, a pesar del tiempo que nos separa (y los intereses tan diferentes).
Y sí, posiblemente el próximo paso que debería dar la redacción de Librópatas será que montemos un grupo en Facebook de fans de Magda Donato.
- María Lejárraga. También conocida como María Martínez Sierra. Lejárraga fue una de las fundadoras del feminismo en España y también uno de los más claros ejemplos de lo que ha sucedido a lo largo de tantos siglos (marido escritor que expolia la obra de su mujer…) En este caso, el expolio fue más o menos consentido. Ella creía que las obras de ficción que escribía con marcados mensajes feministas entrarían mejor si era su marido, Gregorio Martínez Sierra, quien las firmaba. Pero si buscáis en alguna tienda online las películas que se han hecho a posterioridad basadas en sus obras, seguiréis encontrando que están basadas en obras de Gregorio Martínez Sierra.
Que era María quien escribía y no Gregorio no se supo – para todo el mundo – hasta que en los 80 dos expertas universitarias lo demostraron. Gregorio Martínez Sierra había firmado antes de morir un papel señalando que su esposa había sido coautora de sus obras, aunque la investigación académica ha demostrado que ella era la autora al completo de las obras de teatro que él firmaba y que fueron un tremendo éxito de público en su momento. Encontrar la obra de María Lejárraga hoy en día es más que complicado, aunque la propia escritora se ha convertido en personaje de ficción. Aparece en Cándida y es la novela Palabras insensatas que tú comprenderás, de Salvador Compán, editada por Almuzarra.
- Federica Montseny. Federica Montseny ha entrado en todos los libros de historia por dos razones: era uno de los nombres clave del anarquismo español de principios de siglo y fue la primera mujer en ser nombrada ministra en España. Lo fue durante la Guerra Civil y fue además una pionera en crear leyes para asuntos como, por ejemplo, el aborto. Pero Federica Montseny, antes de ser ministra, fue escritora.
Su biografía resumida aparece en Mujeres olvidadas, de Antonina Rodrigo (editado por La Esfera de los Libros). Nació en el seno de una familia anarquista y sus padres eran editores de medios libertarios. Federica Montseny también acabaría publicando en esos medios (en los años 20 publicó unos 150 artículos)  y escribiendo novelas anarquistas (así podríamos llamarlas) que se publicaban en colecciones de novela corta (muy de moda en los años 20) especializadas. Por supuesto esta literatura social le servía para explorar los temas que marcaban su compromiso político, como nos cuenta Rodrigo, como por ejemplo la libertad sexual de la mujer o el compromiso anarquista.
Montseny es también una de las escritoras que aparecen en Novelas breves de escritoras españolas de Castalia, con una novela breve sobre la Revolución de Asturias del 34, Heroínas.  El tema es bastante interesante (porque además se narra desde el punto de vista de una mujer anarquista) pero para los lectores actuales resulta un poco más duro que para los del momento (y menos emocionante) leer novelas escritas por y con ideología.