martes, 27 de enero de 2015


Enero 2015


     Hablaré de un artículo que he encontrado y me ha parecido muy interesante, espero que lo lean con interés.

¿Por qué el cerebro prefiere el papel?

     El cerebro humano puede percibir un texto en su totalidad como una especie de paisaje físico. Cuando leemos, construimos una representación mental del texto. Al pasar las páginas de un libro de papel, se realiza una actividad similar a dejar una huella tras otra por un sendero, hay un ritmo y un registro visible de transcurrir de las hojas impresas.

     En la época de la hiperconectividad, es decir, en la que nos encontramos actualmente, cuando cada vez tenemos más equipos que nos permiten leer y contamos con acceso a bibliotecas enteras en formato electrónico, muchos siguen prefiriendo el papel. El libro tradicional, la revista, el diario, siguen siendo favoritos.

     Hablamos que en las pantallas se lee más lentamente y, además, se recuerda menos. Hay “fisicabilidad” en la lectura. Las personas necesitan sentir el papel al leer, el cerebro lo pide inconscientemente.

     Nosotros no hemos nacido con circuitos cerebrales dedicados a la lectura, porque la escritura se inventó hace relativamente poco tiempo en nuestra evolución: alrededor de cuatro milenios antes de Cristo. En la niñez, el cerebro improvisa nuevos circuitos para leer y para ello usa parte de otros dedicados al habla, a cuya habilidad se suma la coordinación y la visión.

     El cerebro comienza a reconocer las letras en base a líneas curvas y espacios y utiliza procesos táctiles que requieren los ojos y las manos. Los circuitos de lectura de los niños de 5 años muestran actividad cuando practican la escritura a mano, pero no cuando se escriben las letras en un teclado.

     Más allá de tratar a las letras individuales como objetos físicos, el cerebro humano puede percibir un texto en su totalidad como una especie de paisaje físico. Cuando leemos, construimos una representación mental del texto. La naturaleza exacta de tales representaciones permanece clara, pero algunos investigadores creen que son similares a un mapa mental que creamos de un terreno, como montañas y ciudades, y de espacios físicos de interior, tales como departamentos y oficinas.

     En paralelo, en la mayoría de los casos, los libros de papel tienen una topografía más evidente que el texto en pantalla. Un libro de papel abierto presenta dos dominios claramente definidos: páginas de izquierda y derecha y un toral de ocho esquinas en la que uno se orienta. La pasar las páginas de un libro de papel se realiza una actividad similar a dejar una huella tras otra por un sendero, hay un ritmo y un registro visible del transcurrir de las hojas. Todas estas características permiten formar un mapa mental, coherente, del texto.

     En contraste, la mayoría de los dispositivos digitales interfieren con la navegación intuitiva de un texto y a pesar de que los e-readers (haciendo honor al bilingüísmo), libros electrónicos y tabletas replican el modelo de páginas, estas son efímeras. Una vez leídas, esas páginas se desvanecen.

     La lectura basada en pantallas puede empeorar la comprensión, ya que es mentalmente más exigente e incluso físicamente más cansadora que la lectura en papel. La tinta electrónica refleja la luz ambiental al igual que la tinta de un libro de papel, pero las pantallas de ordenadores, teléfonos inteligentes y tabletas hacen brillar la luz directamente en los rostros de las personas y la lectura puede causar fatiga visual, dolores de cabeza y visión borrosa. Muchas personas aseguran que cuando realmente quieren centrarse en un texto, lo leen en papel.

     Los aspectos sensoriales de la lectura en papel importante a la gente más de lo que cabría suponer: la sensación de papel y tinta; la opción de suavizar o doblar una página con los dedos, el sonido distintivo de pasar una página, la posibilidad de subrayar, de detenerse y tomar nota, hacen que se elija más el papel. Para compensar este déficit sensorial, muchos diseñadores digitales tratan de hacer que la experiencia de los lectores electrónicos (e-readers) esté tan cerca de la lectura en formato de papel como sea posible.

     La composición de la tinta electrónica se asemeja a la química típica de la tinta, y el diseño sencillo de la pantalla se parece mucho a una página en un libro de papel. Sin embargo, estos esfuerzos hasta ahora tienen más efectos estéticos que prácticos.

     El desplazamiento vertical puede no ser la forma ideal de navegar un texto tan largo y denso como en los libros de muchas páginas. Es probable que el organismo de los nuevos nativos digitales cree otras redes neuronales que les permitan preferir lo electrónico al papel, pero mientras tanto, hoy el resto de la población sigue prefiriendo el contacto con las históricas hojas.